Un poema sobre aquellos poetas que la intentan seducir. Una poesía sobre cómo el mundo se sobrecoge ante ella.
Veladas canciones en noches de luna llena,
recuerdos de aquellos que nunca podré olvidar,
la paciencia de la espera, un momento que no llega,
madrugadas maquilladas con tequila en el desván.
El hollín de las aceras ya no entiende de rameras,
ni de los putos poetas que acuden a tu portal,
con un barato soneto que evoca tus primaveras
y esos ojos azulados hechos con agua de mar.
Hasta el Sol de primavera se oculta cuando despiertas,
asustado por los golpes que impones al caminar;
los bufones que predican: ¡Vaya mierda de existencia!,
caen al suelo deslumbrados por tu alma de cristal.
Es el fuego,
la latencia,
la estructura de tu pelo,
tu verdad al respirar;
es la llama,
tu presencia,
son los besos camuflados tras tus labios de alquitrán.