Un poema sobre la vida de un sin techo. Una poesía sobre el hambre, y sobre las duras condiciones de la calle.
Despierto cada día sintiendo en mis pies el suelo,
duermo entre mantas roídas, mi colchón es el cemento;
los espejos que me envuelven ya no reflejan mis ojos,
mi estigma me hace invisible en esta ciudad de alboroto.
Y cuando intento levantarme para construirme de nuevo
sus miradas me recuerdan que el mundo se quedó ciego;
una condición maldita, en este mundo de sosiego,
donde el pobre mira al cielo y grita: ¿por qué el gris se tornó negro?
Y así pasarán mis días, entre más pena que gloria,
buscando entre los rincones de esta ciudad transitoria
un cobijo y una lumbre, compañía y la victoria
de dormir entre cartones, con el hambre, que me arropa.